
Jusuf Al-Tuarei
Ignacio, en un arrebato por encontrar a Ambrosius, decidió recorrer el mundo usando las pocas pistas y recursos que tenía. El viaje fue apasionante y para su sorpresa, corroboró muchas de las sospechas que tenía sobre su amigo. En una de sus idas y venidas, Ignacio recorría el Sahara subido en una subespecie de Moa que se creía extinto, pero el cómo lo consiguió es digno de contar en otra historia y no aquí. Durante una tormenta de arena, Ignacio se separó del grupo y se perdió. Cuando ya pensaba que su fin estaba cerca, encontró una figura oronda en mitad del desierto. Aunque pensaba que era un espejismo, se acercó y así fue como conoció a Jusuf. Por alguna razón, el extraño nómada se le unió sin mediar palabra. Bueno, esto no es del todo cierto, ya que Jusuf no para de hablar aunque nadie parece entenderle. Ignacio lo intentó con tenacidad, pero ya ha desistido de tratar de averiguar lo que dice tras consultar con varios lingüistas. Lo único que parece claro, es que Jusuf cambia palabras y expresiones de su vocabulario aleatoriamente cuando no quiere que nadie le entienda, cosa que ocurre con bastante frecuencia. Ignacio piensa que habla una lengua muerta y Jusuf es el único que aun la usa. Su gramática, léxico y sintaxis parecen haberse desvanecido sin que él lo sepa o le importe. Los significados del don del lenguaje riegan los sonidos que una vez formaron sin duda, una lengua fabulosa en el entorno desconocido de Jusuf. Curiosamente, desde hace cinco años, Jusuf ha demostrado tener un talento innato para la ilustración y nuestro polifacético autor disfruta de su arte, aunque a veces no comprenda como Jusuf puede entender todo lo que le pide tan bien.
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