¡BIENVENIDOS A PYROMID!
Pyromid es una web llena de aventuras. Nuestros libros pueden tener las mismas palabras que otras historias, pero juntas forman un conjuro que te atraparan para siempre. Pyromid es el portal que te llevará a tiempos y dimensiones diferentes. Pyromid es el espejo que hará que veas la realidad que te rodea con sus verdaderos colores. Pyromid te hará redescubrir la historia y soñar con sus personajes. Quien sabe, quizá algún día hasta conozcas alguno de verdad.
Cine, series, redes sociales, videojuegos… Te olvidarás de ellos cuando nos leas. Pyromid te reta a leernos. Nos añadirás a tus aficiones, a cambio de:
Historias memorables.
Personajes magnéticos
Ediciones de lujo.
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Los archivos virtuales molan, pero también nos gusta abrazar y sentir los libros de Pyromid. Eso si, leas en papel o ebook, queremos saber de ti en la red. Te invitamos a leer las opiniones de otros lectores en Facebook, Twitter y participar en el Blog.
Ignacio Platero
Ignacio Platero es el autor o compilador de la mayoría de libros de Pyromid Books. Y hace no tanto tiempo, probablemente pensaba y actuaba igual que tú. Un día sin embargo, su vida dio un vuelco. En una parada de autobús como cualquier otra, Ignacio sacaba la cartera para pagar su billete. Delante de él iba un hombre de tez bronceada, rasgos exóticos y profundos ojos azules. Este señor trasteaba sus bolsillos en busca de algo suelto para pagar al conductor, pero no encontraba nada. Ya se disponía a apearse algo avergonzado, cuando Ignacio le detuvo y se ofreció a pagarle el billete ante el barullo e indiferencia del resto de pasajeros. Agradecido, se presentó como Ambrosius.
Sus modos fueron tan agradables que ambos se sentaron juntos y hablaron durante todo el trayecto. Poco podía imaginar Ignacio entonces, que ahí comenzaba el auténtico viaje de su vida. En agradecimiento por el gesto, Ambrosius quiso continuar la charla en su casa y cortó un trozo de periódico donde apuntó su dirección. Ignacio leyó el papel y le preguntó que no entendía la letra. Entonces Ambrosius pronunció la frase que aunque pueda parecer una tontería, supuso el germen de Pyromid:
Para encontrarme entonces, probablemente tengas que escribirlo con tu puño y letra.
Ignacio sacó una libreta y anotó la dirección. A partir de ese día transcurrieron los mejores momentos de su vida. Se convirtió en huésped habitual de Ambrosius y se forjó una profunda amistad. Hasta que un miércoles, como cualquier otro, Ignacio acudía a la habitual cena semanal con su amigo. Pero ese día encontró la puerta de Ambrosius entreabierta y la casa desierta. No había rastro de él. Luego entró en el amplio salón con grandes ventanas, en el que tantas veces se habían reunido, pero solo la nada le dio una silenciosa bienvenida. Ignacio miraba con tristeza el vacío. Ya no estaban las majestuosas estatuas africanas, los jarrones de enigmáticos dibujos, los cientos de libros de llamativas cubiertas, ni las armas antiguas con inscripciones de lenguas desconocidas. Solo fijándose atentamente, pudo apreciar un viejo trozo de periódico arrugado, escrito con una letra indescifrable que le resultaba familiar. Ignacio examinó con cuidado el papel, y descubrió otra frase escrita indudablemente con la misma grafía de Ambrosius. Pero le ocurrió lo mismo, no entendía que significaba y tuvo entonces emociones encontradas, de rabia y pesadumbre.
Ignacio no ha parado de buscar ni de escribir desde entonces. Hablaron de tantas cosas, que aun a día de hoy, nuestro autor hace lo mismo que en aquel momento: Investigar lo que le dijo Ambrosius y tratar de averiguar dónde encontrarlo de nuevo. Lo único que sabe con certeza, es que su amigo nació en Egipto. Por eso, entre otras cosas Pyromid representa una pirámide, el monumento más fascinante, antiguo y enigmático de la historia. Su magnitud es pareja a la melancolía por el amigo perdido. El logo homenajea la perseverancia del monumento ante el tiempo y la solidez de nuestra empresa. La llama que alumbra la pirámide, se asemeja a la esperanza de Ignacio en encontrar a su amigo perdido y su pasión por la escritura. Algo que siempre recuerda al ver aquel trozo de papel ajado, que por cierto tiene la misma textura que adorna la pirámide.
Jusuf Al-Tuarei
Ignacio, en un arrebato por encontrar a Ambrosius, decidió recorrer el mundo usando las pocas pistas y recursos que tenía. El viaje fue apasionante y para su sorpresa, corroboró muchas de las sospechas que tenía sobre su amigo. En una de sus idas y venidas, Ignacio recorría el Sahara subido en una subespecie de Moa que se creía extinto, pero el cómo lo consiguió es digno de contar en otra historia y no aquí. Durante una tormenta de arena, Ignacio se separó del grupo y se perdió. Cuando ya pensaba que su fin estaba cerca, encontró una figura oronda en mitad del desierto. Aunque pensaba que era un espejismo, se acercó y así fue como conoció a Jusuf. Por alguna razón, el extraño nómada se le unió sin mediar palabra. Bueno, esto no es del todo cierto, ya que Jusuf no para de hablar aunque nadie parece entenderle. Ignacio lo intentó con tenacidad, pero ya ha desistido de tratar de averiguar lo que dice tras consultar con varios lingüistas. Lo único que parece claro, es que Jusuf cambia palabras y expresiones de su vocabulario aleatoriamente cuando no quiere que nadie le entienda, cosa que ocurre con bastante frecuencia. Ignacio piensa que habla una lengua muerta y Jusuf es el único que aun la usa. Su gramática, léxico y sintaxis parecen haberse desvanecido sin que él lo sepa o le importe. Los significados del don del lenguaje riegan los sonidos que una vez formaron sin duda, una lengua fabulosa en el entorno desconocido de Jusuf. Curiosamente, desde hace cinco años, Jusuf ha demostrado tener un talento innato para la ilustración y nuestro polifacético autor disfruta de su arte, aunque a veces no comprenda como Jusuf puede entender todo lo que le pide tan bien.